Nuestros eventos quieren ser algo más que fiestas, buscan ser el reflejo de un estilo de vida. Un entorno seguro sin prejuicios donde conceptos como el tiempo y el espacio se vuelven realmente relativos y lo único que importe sea la pista de baile y la energía colectiva del queerpo de baile. Un fenómeno cultural con una desviación interminable y dinámica.Somos salvajes. Un espacio lúdico para la autorrepresentación de les marginades, de la otredad, de nosotres, al ritmo sincopado de la música de baile.
La cultura de baile underground siempre ha sido un dispositivo político que ha permitido generar entornos seguros para las identidades disidentes. Ese es el milagro del ritmo sincopado: generar nuevas comunidades caracterizadas por composiciones más plurales y abiertas.
En Others queremos que venir a nuestras fiestas sea llegar a un espacio-casa y sentirlo como familia-comunidad, acoger a todes aquelles que no se sientan o no quieran sentirse parte del sistema que devora a pasos agigantados. Queremos cambiar las normas del juego donde otres se sientan identificades porque otres podemos ser todes.
La fiesta siempre está abierta, sucede por sí misma sin someterse a un orden y desde ahí hace política. La clave es la apertura y horizontalidad de su estructura. No tenemos el menor deseo de definir la pista de baile o de elaborar dogmas acerca de cómo deba crearse: ha sido creada, será creada y seguirá siendo creada en el proceso de habitarla y vivirla; eso es lo que nos importa. Nuestras fiestas son solamente el conducto de una energía ya existente.
DIME QUÉ FIESTA MONTAS Y TE DIRÉ QUIÉN ERES
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We want our events to be more than just parties, we wish them to be the reflection of a lifestyle. A safe environment without prejudices, where concepts such as time and space become truly relative and the only thing that matters is the dance floor and the collective energy of the dancing queer body.29 A cultural phenomenon with an endless and dynamic deviation. We are the wild ones. A playful space for the self-representation of the marginalized, of the other, of us, all to the syncopated rhythm of dance music.
Underground dance culture has always been a political device that has allowed to generate safe environments for dissident identities. That is the miracle of syncopated rhythm: to generate new communities characterized by more plural and open compositions.
At Others we want coming to our parties to mean coming home and feeling it as a family/community, welcoming all those who do not feel or do not want to feel part of the rapidly and dramatically devouring system. We want to change the rules of the game. Anyone can be an(-)other.
The party is always open, it occurs self-rulingly, without submitting to an order, and from there it makes politics. The key is the openness and the horizontality of its structure. We have no desire to define the dancefloor nor to elaborate dogmas about how it should be created: it has been created, it will be created and it will continue to be created in the process of inhabiting and living it; that is what matters to us. Our events are merely conductors of an energy that is already there.
TELL ME WHAT YOUR PARTY IS AND I’LL TELL YOU WHO YOU ARE
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Others to the Front empezó a esbozarse en enero de 2021. Tuvimos una primera aparición en público en Specka, en marzo, con mascarillas, sentades en mesas aún y rodeades de amigues. Significó mucho, pero no el baile que esperábamos. Durante el verano se fue prendiendo la llama de algo que terminó por explotar en septiembre de 2021, con la intención de queerificar y politizar las pistas de baile de Madrid poniendo a la otredad al frente.
A lo largo de 2021 y 2022, HOLE fue la fiesta que articuló principalmente nuestra presencia en la escena madrileña. HOLE fue un espacio para la expresión de otres, tanto en la cabina, como en la pista, que tradicionalmente no han cabido en los criterios de selección tradicionales de los clubs. También durante este tiempo, celebramos eventos con colectivos afines como Xoxa NYC, Bleak.WTF de Berlin, House of (S)PUNK de Barcelona o N1GTHNO1SE de Madrid.
Desde mayo de 2022 publicamos el podcast House of Others, dedicado específicamente a la recuperación del house underground, que lleva ya veinte entregas de djs de ambos lados del atlántico. En julio hicimos nuestro primer OTHERS OPEN DECKS, los cuales han sido un laboratorio de aprendizaje y de compartir conocimiento.
En marzo de 2023 se celebró el último HOLE, y con este cierre se abre una nueva fase para Others to the Front: GL!TZ* es la nueva apuesta del colectivo en la que queremos presentar la dimensión local y comunitaria de la escena queer-rave transnacional.
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BIO OTHERS TO THE FRONT
Others to the Front began to get together in January 2021. We made our first public appearance in Specka, in March, with masks on, sitting at tables and surrounded by friends. It meant a lot, but it hadn’t been the dance we had hoped for. During the summer the flame lit up, a flame of something that ended up exploding in September 2021, with the intention of queerifying and politicizing the dance floors of Madrid by putting the other to the front.
Throughout 2021 and 2022, HOLE was the party that mainly basically marked our presence in the Madrid scene. HOLE was a space for the expression of others, both in the booth and on the dancefloor, others who have not traditionally fit into the traditional club selection criteria. During this time, we also held events with like-minded collectives such as Xoxa NYC, Bleak.WTF from Berlin, House of (S)PUNK from Barcelona or N1GTHNO1SE from Madrid.
Since May 2022, we have been broadcasting the podcast House of Others, which is dedicated specifically to the recovery of underground house music and has already twenty installments of DJs from both sides of the Atlantic. In July 2022 we held our first OTHERS OPEN DECKS, which constituted a platform of learning and sharing knowledge.
In March 2023 the last HOLE was held, and with this closing a new phase opened for Others to the Front: GL!TZ* is the collective’s new challenge in which we want to present the local and communitarian dimension of the transnational queer-rave scene.
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Las escenas locales importan. Marie Malarie y Michelle Mannetti se reclaman abiertamente parte de la escena del Este de Londres. Más concretamente de Hackney ¿De dónde sale esta escena queer que se reclama de uno de los barrios obreros con más historia e identidad de Londres?
La cultura underground no es nueva en Hackney. Desde los años sesenta en adelante, Hackney ha sido un hervidero cultural calentado por los soundsystems y por una multitud de locales pequeños y medianos donde la diáspora anglocaribeña se recomponía como comunidad.
En los años noventa, Hackney fue lugar de emisión de cientos de radios piratas que emitían Drum and Bass las veinticuatro horas del día. En el cambio de siglo Hackney fue escenario de las épicas raves del colectivo Bedlam, con los míticos Liberator (Julian, Chris y Aaron) como cabezas visibles de una escena que aún continúa viva.
Hackney fue el lugar de nacimiento de todo un género musical, el grime, cruce de distintos estilos hip hop y electrónicos, que marcó los primeros años del siglo XXI y se convirtió en la banda sonora de las periferias multirraciales londinenses.
Pero como en tantos otros barrios populares con identidad cultural no sumisa, las fuerzas de la gentrificación y la especulación hicieron presa a Hackney con los Juegos Olímpicos de Londres 2012 como motor. La expulsión de muchos de sus habitantes originales y la subida de los precios de la vivienda puso seriamente en peligro la existencia de la escena underground de baile de Hackney.
A lo largo de toda esta historia, Hackney siempre ha sido el hogar de espacios queer alternativos a los clubes gay tradicionales del centro de Londres. The George and Dragon o Boombox fueron espacios que marcaron una época. Como muchos otros locales underground, los locales queer más celebrados del barrio fueron cerrando, hasta que dos veteranos de la escena, Dan Beaumont y Matt Tucker, abren en 2009 Dalston Superstore, espacio queer que desde un primer momento aspiraba a aglutinar a la comunidad queer del barrio y ampliarla incluyendo su radio de influencia a todo Londres.
Desde entonces, Hackney no ha dejado de crecer y consolidarse como centro de una nueva escena queer, con Michelle Mannetti y Marie Malarie como figuras reconocibles dentro de esta escena, que recoge la antorcha de la tradición underground de Hackney.
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HACKNEY STATE OF MIND
Local scenes matter. Marie Malarie and Michelle Mannetti openly claim to be part of the East London scene. More specifically, Hackney. Where does this queer scene, a scene which appears is one of London’s most historical and identifiable working class neighborhoods, come from?
Underground culture is not new to Hackney. From the 1960s onwards, Hackney has been a cultural hotbed, heated by sound-systems and a multitude of small and medium-sized venues where the Anglo-Caribbean diaspora got together as a community.
In the nineties, Hackney was a broadcasting site for hundreds of pirate radio stations that played Drum and Bass around the clock. At the turn of the century, Hackney has turned into the scene of the epic raves of the Bedlam collective, with the mythical Liberator (Julian, Chris and Aaron) as the visible heads of a scene that is still alive.
Hackney became the birthplace of a whole musical genre, grime, a cross between different hip hop and electronic styles, which marked the early years of the 21st century and turned into the soundtrack of London’s multiracial peripheries.
But as in so many other popular neighborhoods with a non-submissive cultural identity, the forces of gentrification and speculation took Hackney by storm with the London 2012 Olympic Games. The expulsion of many of its original inhabitants and rising house prices seriously jeopardized the existence of Hackney’s underground dance scene.
Throughout all this history, Hackney has always been home to alternative queer spaces as an opposing force to the traditional gay clubs of central London. The George and Dragon or Boombox were spaces that marked an era. Like many other underground venues, the most celebrated queer venues in the neighborhood were closing, until two veterans of the scene, Dan Beaumont and Matt Tucker, opened Dalston Superstore in 2009, a queer space that from the beginning aspired to bring together the queer community of the neighborhood and expand its radius of influence to include the whole of London.
Since then, Hackney has continued to grow and to serve as the center of a new queer scene, with Michelle Mannetti and Marie Malarie as recognizable figures within this scene, which picks up the torch of Hackney’s underground tradition.
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GL!TZ* como re-vuelta a los orígenes y los valores del house y el techno, una propuesta que busca consolidar una pista de baile justa y segura para todes. La cultura rave se ha convertido en un método autogestionado para la construcción de comunidades de iguales desde sus orígenes contraculturales, afroamericanos y gays en Detroit, Chicago y Nueva York.
GL!TZ*como la otredad, lo queer, la cultura rave. La pista de baile es el hábitat de la comunidad donde las relaciones sociales, políticas, afectivas, sexuales se atan a la cadencia incesante del bajo, que nos llama a mezclarnos en el dancefloor. Nadie es más ni menos que nadie en la pista de baile.
GL!TZ*como realidad impertinente, como devenir abierto, como baile infinito, como cuerpo de baile revolucionario. No hay experiencia sin extrañamiento, transgresión, desajuste, descolocación, tránsito, interrupción…
GL!TZ*como grito empoderado que reclama el derecho de autodeterminación de los queerpos que han tomado el escenario antagonista central y tienen la potencia de agregar las nuevas luchas anticapitalistas, post-género y postcoloniales.
GL!TZ*como políticas de la noche, como acción donde poder crear, desear y sentir nuevos imaginarios que pongan en jaque, desplacen, cuestionen el imaginario cisheterocapitalista impuesto; donde dejarnos atravesar por la música y bailar con ferocidad y asimetría entre lo zigzagueante y lo desgarrado en busca de la agitación individual y colectiva.
Del derecho de admisión por gorilas en garitos, para gente blanca, hetero y guapa, al baile de cuerpos disidentes, tullidos y sudorosos. Nuestro cuerpo pide movimiento, y no se lo vamos a negar. Necesitamos la pista de baile, ahora más que nunca. No sólo la queremos, también la necesitamos. Somos salvajes.
GL!TZ*
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MANIFESTO
GL!TZ*, as a re-turn to the origins and values of house and techno, an idea that seeks to consolidate a fair and safe dance floor for all. rave culture has become a self-organized method of building communities of equals, ever since its countercultural, African-American and gay origins in Detroit, Chicago and New York.
GL!TZ* as an otherness, queer, as rave culture. The dancefloor is the habitat of the community, a habitat where social, political, affective, sexual relations are tied to the incessant rythm of the bass, which invites us to blend on the dancefloor. No one is more or less than anyone else on the dancefloor.
GL!TZ* as an impertinent reality, as an open path, as an infinite dance, as a revolutionary dancing body. There is no such thing as experience without estrangement, transgression, maladjustment, dislocation, transit, interruption…
GL!TZ* as an empowered howl to claim the right of self-determination of queer bodies who have taken the central antagonistic stage and have the power to aggregate the new anti-capitalist, post-gender and post-colonial struggles.
GL!TZ* as politics of the night, as an action where we can create, desire and feel new imaginaries that challenge, dislodge and doubt the imposed cisheterocapitalist imaginary; where we can let ourselves be run over by the music, and dance fiercely and asymmetrically between the disheveled and torn, in search of individual and collective frenzy.
From the right of admission by bouncers in clubs, for white, straight and beautiful people, to the dance of dissident, crippled and sweaty bodies. Our body asks for movement, and we will not deny them it. We need the dance floor, now more than ever. We don’t just want it, we need it. We are the wild ones.
House of Others Nuestra definición de la música House
Give me that house music to set me free Lost in house music is where I wanna be
Marshall Jefferson, Move your Body (the house music anthem)
House Of Others es el nombre que le damos desde Others to the Front al propósito de traer de vuelta la música house a su público legítimo. Un podcast mensual que retratará los diferentes tonos y variedades del house, ya sea vocal house, deep house, acid house, hip house, Garage, UK Garage, Speed Garage. Le pediremos a nuestres djs favorites que elaboren y que construyan su definición del house en sesiones sin los límites de tiempo habituales en los podcast, de al menos dos horas de duración, o más si le dj necesita más tiempo para dar cuenta completa de su/nuestra definición de música house.
No se trata tanto de buscar una “autenticidad” o un sonido purista como de trasladar a todes una cultura house que, en el continente europeo, y muy especialmente, en la escena madrileña, tanto del pasado como en la actualidad, ha sido ninguneada. Pocos subgéneros de la música electrónica han sido más descuidados, despreciados, mercantilizados y distorsionados en su sentido como la música house.
El house nació durante los años 80 como un sonido totalmente nuevo en los clubs gays negros de Chicago, como The Warehouse, primero, y The Music Box, después. Allí, gente como Frankie Knuckles y Ron Hardy desbordaron los límites de la música disco y la electrónica, yendo más allá de las convenciones de la «canción pop» y centrándose en crear una cadencia rítmica inagotable en la que los paisajes sonoros se transforman y se desarrollan en, y junto a, otro.
En las sesiones de Knuckles y Hardy el clímax casi constante del disco se transforma en una sucesión de temas secuenciados que se encabalgan en un continuum diseñado para tener sentido hasta el amanecer; dieron origen no solo a la house music sino a lo que, hasta el día de hoy, consideramos un DJ set de baile.
La música house saltó por primera vez a Europa en la isla balear de Ibiza, que aún conservaba en gran medida el sentimiento hippie underground de los setenta. Pioneros, hoy penosamente infravalorados, como José Padilla o DJ Alfredo fueron los primeros en este lado del atlántico de hacer bailar la nueva música de Chicago y New York en un dancefloor blanco y europeo en la atmósfera anything goes de la isla en la época.
Y desde sus primeros pasos baleares, el house llegó a Londres, donde la nueva música estalló al servir como combustible para la primera generación de fiestas rave, que literalmente se extendieron por absolutamente todo el Reino Unido, generando tanto pánico y confusión en los medios de comunicación y la política mainstream, como un estado de ánimo sin precedentes de euforia y utopismo político en una juventud británica post-thatcherista, por lo demás completamente maltratada por el paro y el neoconservadurismo en ese momento.
El Reino Unido ha mantenido desde entonces una viva y dinámica cultura house underground que se ha fusionado y ha mutado con muchos otros estilos que tienen origen en la bass music anglojamaicana. Estilos como el UK Garage o Speed Garage van y vienen en un constante proceso de comunicación con las comunidades afroamericanas y latinas de los Estados Unidos.
Hecha esta excepción anglojamaicana, es dentro de las comunidades afroamericanas de los Estados Unidos donde la escena de la música house siempre ha ido evolucionando y creciendo. Lugares como Chicago, Nueva York o Detroit, donde el sonido del house está prácticamente incorporado al celebrado techno de la ciudad del motor, siempre han sido los primeros de la lista, pero también la crucial escena house/garage de Nueva Jersey o la escena club de Baltimore han mantenido vivo el verdadero espíritu de la house music a un nivel bastante underground.
El auge del turismo masivo de club en Ibiza, por otro lado, ha banalizado los sonidos balearic house que alguna vez fueron innovadores en la isla, tanto como el dinero lo ha permitido, convirtiéndolos en una especie de sonido intrascendente, y convencionalmente optimista para hombres y mujeres con cuerpos normativos y mercantilizados en exclusivas fiestas al pie de piscinas en suntuosas villas de recreo y en superclubs diseñados para imitar los estilos de vida de los superricos.
Los sonidos diluidos de ese sonido tristemente funcional llamado tech-house, que no es ni techno, ni house, han terminado de fijar la imagen completamente distorsionada del house como un estilo superficial frente a los sonidos centroeuropeos blancos, supuestamente más sofisticados. Mucho daño de megafranquicias de entretenimiento como Elrow, que no son más que parques temáticos para europeos blancos de clase media en busca de experiencias de evasión convencional.
Madrid y el continente europeo han pasado por una serie de años en los que un techno sin alma, proveniente en su mayoría de la industria berlinesa de clubs, con su enorme capacidad para monetizar y cooptar, ha sentado las bases para una ola interminable de techno convencionalmente designado como «oscuro», que ha ido degenerando hasta convertirse en un sonido mercantilizado y hueco lleno de gestos teatrales que intentan suplir espectacularizadamente un sonido acuoso. Creemos que es el momento adecuado para traer de vuelta los sonidos liberadores del house a las mentes y cuerpas de todes.
La música house, descendiente de las personas y la cultura negra y queer, ha creado un sonido maravilloso y mágico que se mete dentro de nuestras cuerpas y nos hace bailar hasta liberar toda la energía en la pista de baile, creando experiencias profundas de libertad, tanto colectiva como individualmente. La música house ha prosperado por igual en los sótanos de pequeños clubes queer y en las fiestas de verano al aire libre en los hoods afroamericanos o latinos. Las crews de baile, ya sean de vogueing, jitting, footwork o breakdance, son una parte clave de esta cultura. Una cultura del baile, que como diría el propio DJ Qu, uno de los productores de Nueva Jersey que ha llevado el house más lejos en los últimos años, “no es lo mismo que moverse al ritmo de la música”.
Esto es una invitación a compartir una música que desplaza sin pedir nada a cambio Una música que de alguna forma es nuestra también y nos la quisieron arrebatar; queremos que sea también tan vuestra, que luchemos juntas para resignificar la pista de baile y por consecuencia el sonido duro e incidente del house.
House is a feeling, recupéremoslo
Lincoln Park Music Festival 2008, Newark, Nueva Jersey
House of Others Our definition of house music
Give me that house music to set me free Lost in house music is where I wanna be
Marshall Jefferson, Move your Body (the house music anthem)
House Of Others is the name we give in Others to the Front to a particular aim to give back house music to its legit crowd. A monthly podcast mix will portrait the many different tones and strains of house music, be it vocal house, deep house, acid house, hip house, Garage, UK Garage, Speed Garage. Deep liberating groovy sounds more than pure genre definition is what we aim for. We will ask our favorite djs to spin their definition of house music in long special mixes, at least two hours long, or longer if the dj needs more time to give a full account on her/his/their/our take on house music.
Few electronic music subgenres have been more neglected, despised, commodified and distorted than house music. Born during the 80s as totally new sound in the black gay clubs of Chicago. There the likes of Frankie Knuckles and Ron Hardy, Larry Levan at the Paradise Garage in New York was always near, pushing the boundaries of disco and electro far beyond the “pop music song” conventions and focusing on creating a relentless groove on which soundscapes of sound and rhythm keep being developed and morphed one into another in the mix. The almost constant climax of disco tunes was deconstructed into an all night, trance inducing, sequenced track continuum. In a word, they gave birth not also to house music but to what, to this day, we consider a dance DJ set.
House music first jumped to the balearic island of Ibiza, which still very much retained the underground hippie feel of the seventies, unsung heroes like Jose Padilla or DJ Alfredo where the first on this side of the atlantic to play the new music from Chicago and New York to a white european crowd in the anything goes atmosphere of the island at the time. And from the balearic secrecy, it made to London, where it just went ballistic as fuel for the first generation of rave parties which literally swept across the UK, generating as much panic and confusion in mainstream media and politics as it generated an unprecedented mood of euphoria and political utopianism in an, otherwise, battered, post-thatcherite british youth.
The United Kingdom has, since then, maintained a lively underground house music culture which has mutated and fused with many other styles of anglo jamaican bass music origins, such as UK Garage or Speed Garage that go back and forth in a constant communication process with black and latino communities in the US. But it is within the black communities of the United States where the house music scene has always been evolving and growing. Places like Chicago, New York or Detroit, whose house sound is flawlessly incorporated into its trademark techno sounds, have always been top of the list, but also the crucial house/garage scene from New Jersey or the Baltimore club scene has kept the true spirit of house alive, if yet very much at an underground level.
The rise of club mass tourism in Ibiza, on the other hand has banalized the once innovative balearic house sounds in the island, as much as money allows, making them a sort of intrascedent, washed away, conventionally optimistic sound for male and female normative and commodified bodies at exclusive villa pool parties and superclubs designed to mimic the lifestyles of the super rich. The watered down sounds of that sadly functional sound called tech-house, which is neither techno nor house, of business entertainment mega franchises as Elrow, which are no more than theme parks for middle class white europeans in search of a banal and escape from heir routines, have set the completely distorted image of house music as a rather superficial style of music, that has sprang to European continental countries in the last two decades.
We have been through a series of years in which soulless techno, coming mostly from the catch all wealthy Berlin industry, which has set up the foundations for an endless wave of conventionally called “dark” techno, that has progressively shallowed until becoming just another gimmick commodified sound. And we believe it is the right time to bring back the liberating sounds of house music to everyone’s minds and bodies.
House music belongs to a lineage of black and queer people that have crafted a magical groovy sound that gets inside our bodies and makes us dance until we relase all the energy on the dancefloor creating deep experiences of freedom, both collective and individual. House music has thrived in small queer club basements and in outdoor summer block parties in black hoods alike. Dance crews, be it vogueing, jitting, footworking or breakdancing are a key part of this culture. A culture of dancing, which as New Jersey’s own DJ Qu, one of the producers that has taken house music further in recent years would say: “its not the same as moving along to music”.
HOLE es una propuesta de salto al vacío colectiva donde poder soltar. Saltar para soltar. Lo que pese que se quede arriba y bajo ese gran agujero quedan muchas cosas buenas por las que transitar y seguro seguro mucho baile, porque ya no podemos más, porque estamos cansads y queremos sudar.
Nuestro cuerpo pide movimiento y no se lo vamos a negar.
Existe una emergencia de una cultura festiva: del centro a la periferia: de pinchadas en salas donde se comercializa con la fiesta a salas clandestinas: de las dinámicas cisheteropatriarcales a la inconformidad del relato dado. Del derecho de admisión por gorilas en garitos para gente blanca, hetero y guapa al baile de cuerpos disidentes, tullidos y sudorosos.
Nuestro centro se desplaza: la fealdad como preciosismo. Nuestro centro son muchos y no es ninguno: es la periferia, la radicalidad, es el sur, la clandestinidad, son las disidencias, la agitación, es el techno, el inconformismo, es la improvisación, el error, son los deseos, la comunidad, son las drogas, el oxímoron, es eso que empieza al abrir los ojos, acaba cuando los cierras y sigue sin que te des cuenta; la temporalidad, sus contradicciones y sus miedos, es el porvenir de cualquier revuelta, son las fisuras y las grietas.
Nuestro centro es la cotidianidad, no cualquiera; somos exigentes.
La otredad como realidad impertinente, como devenir abierto, como baile infinito, como cuerpo de baile revolucionario. No hay experiencia sin extrañamiento, transgresión, desajuste, descolocación, tránsito, interrupción, recorrido. Sin embargo, hay domingos y los hay no y en ambos no se domina el sentido.
HOLE nace de la necesidad de crear y disfrutar una pista de baile donde la fiesta significa política y reivindicación de lo disidente. Estamos cansadas de la fiesta y el consumo del techno al que se nos somete y nos vemos obligadas a asegurar una fiesta donde podamos ser sin ningún impedimento. Nos hacen falta fiestas donde no se nos castigue por ser quienes somos, y es inevitable crear un espacio seguro donde poder disfrutar de la música siendo como somos lejos de lo normativo.
La música de baile, en nuestra ciudad, ha sido tomada y contaminada por los valores capitalistas y heteropatriarcales; existe una necesidad de remover la escena underground para asegurar un nuevo espacio en el que lxs otrxs puedan ser con la música. HOLE está aquí para revivir los orígenes y los valores del house y el techno, una propuesta para consolidar una pista de baile justa y segura para todxs aquellxs que no cabemos en el sistema.
La música de baile es una puerta de entrada a la libertad: libertad de expresión y libertad de creatividad. La pista de baile reúne a la comunidad y nos permite acercarnos más a nuestra identidad y a una variedad de amigues de una manera honesta y pura.
La música y la pista de baile siempre inspiran.
La pista de baile es donde recuperamos la propiedad de nuestros propios cuerpos, donde encontramos la energía para organizarnos para reclamar la propiedad de nuestras identidades, donde apretamos el tejido social en momentos colectivos de abandono y consuelo.
La pista de baile nos ayuda a imaginar lo inexistente, a conservar la huella de lo aparentemente borrado, excluido, condenado, suprimido, torcido o disimulado. El cuerpo y el baile como barricada de desobediencia política, de rebeldía sexual, de desterritorialización de la sexualidad heteronormativa, sus regímenes disciplinarios naturalizados y sus formas de subjetivación para la posterior creación de espacios de afinidad por y para tods. Eso es HOLE.
Nos han expulsado de las cosas que no queríamos de todas maneras. En estas condiciones, la pista de baile es el hábitat de la comunidad. La madeja de relaciones sociales, políticas, afectivas y sexuales que comprenden una comunidad se ata a la cadencia incesante del bajo, que nos llama a mezclarnos con las demás tribus en el dancefloor. Nadie es más ni menos que nadie en la pista de baile.
La pista de baile es comunidad, es familia y hogar. La pista de baile es libertad para disfrutar y ser una misma. A veces, es como estar en el espacio, otras, como estar bajo tierra, pero sobre todo es el fin del trabajo y el inicio de la vida mágica.
Que el mundo imite al dancefloor es un ideal revolucionario ✊
Nos unimos al discurso original del Acid House: no importa quién seas antes de entrar en la rave o en el club siempre que tus principios innegociables sean Peace, Love and Unity. Paz porque en la violencia siempre ganan los poderosos, expertos en violencia y muerte. Amor porque los afectos, la honestidad, la confianza, la empatía y la amistad son el lubricante necesario para la ayuda mutua y la reciprocidad. Y Unidad porque en la pista de baile nadie es más que nadie, y porque como siempre ha sucedido, United we stand, divided we fall. La cultura underground de baile no tiene más enemigos que los enemigos de la paz, el amor y la unidad. No excluye a nadie, sólo a quién se autoexcluye.
HOLE como políticas de la noche, como acción donde poder crear, desear, sentir nuevos imaginarios que pongan en jaque, desplacen, cuestionen el imaginario cisheterocapitalista impuesto; donde dejarnos atravesar por la música y bailar –sentimientos primarios y salvajes– bailar con ferocidad y asimetría entre lo zigzagueante y lo desgarrado sacudiendo la armonía preestablecida con una gestualidad sin pudor en busca de la agitación individual y colectiva.
La pista de baile es un lugar con sus propias reglas, definidas por el lugar o las personas que ocupan el espacio. Puede ser un lugar de hogar y/o un paseo de diversión por un corto espacio de tiempo.
Sin embargo, en un momento de desigualdades tan intensas, la pista de baile siempre seguirá siendo un lugar de comunidad donde les marginades puedan ser libres e iguales, contra los límites de las políticas restrictivas.
Cuerpas al servicio del placer para imaginar, construir, compartir nuevos relatos de resistencia. El baile posee desde un principio el poder mágico de lo marginal, lo excluido y lo desterrado.
Necesitamos la pista de baile ahora más que nunca.
No sólo la queremos, también la necesitamos Bailémoslo todo