«It’s got all the different flavors of House
that have influenced me over the years –
this is filled with old classics & newer House tracks
from all the spectrums of the genre :)»
#tracklist
01. Jack The House (Frankie Knuckles Remix) – Mitchbal, Larry Williams – Still Music, 2012
02. You Brought Me Love – MK – 4 To The Floor, 2019
03. Never Alone – Lesny Deep – theBasementDiscos, 2021
04. Show Me (Philip & Danny) – Urban Soul, Roland Clark – King Street Sounds Presents Back In Time (25 Years Essentials), 2018
05. Stay A Little While (Mechant Dub) – Fred Everything, Atjazz – Lazy Days Music, 2022
06. Haus Musik – Roland Leesker – Get Physical Music, 2022
07. Massive Trax Beat – Luca Gerlin – Trax Records, 2022
08. Necessary (Terrence Parker Remix) – Disruptive Pattern Material – Rekids, 2021
09. Get It On – V.O.T.U. – Eight Ball Digital, 2022
10. Behind One (Clive From Accounts Remix) – Kaysoul – Dirt Crew Recordings, 2022
11. Let The Rain Come Down (Down Pour Mix) – Intense – Movin’ Records, 1990
12. Manipulation (Dub Mix) – Marshall Jefferson, Artem Shipst, Volodya Borisov – House Dessert, 2022
13. Never Thought (Printworks)(623 Again Vocal) – Kerri Chandler, Sunchilde – Kaoz Theory, 2022
14. Pressure Cooker (Original Pressure Mixx) – Mike Dunn, MD III – Classic Music Company, 1993
15. Poly – Matthieu Fauborg – Smile For A While, 2022
16. When Love Is Drums – Austin Ato – Phonica White, 2022
17. One House – Roland Clark, Kickbugs – Flashmob Records, 2022
18. Bonuz Me – Redshape – Running Back, 2022
19. Won’t Beat Me (Extended Mix) – Ejeca – Needwant, 2022
20. Everlasting – Audiojack – Gruuv, 2022
21. I Remember (Extended Mix) – James iD – Nothing Else Matters, 2022
22. Moving Points – Luca Olivotto – Dancefloor Impact Research, 2022
23. Going Up – Panooc, D.D. Curry – Fortune Signal, 2022
24. I Believe feat. Suzanne Palmer (Sophie Lloyd Extended Remix) – Glitterbox Remix, 2022
25. Praia (Yuksek Remix) – Nathalie Duchene – Toy Tonics, 2022
26. Drop It! (John Tejada Remix V2) – Pablo Bolivar – Galaktika Records, 2015
27. Gimme Gimme (Disco Shimmy) – Frankie Knuckles – Noice Music, 2006
28. Daydreaming – Alex Agore – Moment Of Truth Records, 2022
29. Gotta Work (1st Take) – Envee, Nick Sinckler – Local Talk, 2021
House of Others Nuestra definición de la música House
Give me that house music to set me free Lost in house music is where I wanna be
Marshall Jefferson, Move your Body (the house music anthem)
House Of Others es el nombre que le damos desde Others to the Front al propósito de traer de vuelta la música house a su público legítimo. Un podcast mensual que retratará los diferentes tonos y variedades del house, ya sea vocal house, deep house, acid house, hip house, Garage, UK Garage, Speed Garage. Le pediremos a nuestres djs favorites que elaboren y que construyan su definición del house en sesiones sin los límites de tiempo habituales en los podcast, de al menos dos horas de duración, o más si le dj necesita más tiempo para dar cuenta completa de su/nuestra definición de música house.
No se trata tanto de buscar una “autenticidad” o un sonido purista como de trasladar a todes una cultura house que, en el continente europeo, y muy especialmente, en la escena madrileña, tanto del pasado como en la actualidad, ha sido ninguneada. Pocos subgéneros de la música electrónica han sido más descuidados, despreciados, mercantilizados y distorsionados en su sentido como la música house.
El house nació durante los años 80 como un sonido totalmente nuevo en los clubs gays negros de Chicago, como The Warehouse, primero, y The Music Box, después. Allí, gente como Frankie Knuckles y Ron Hardy desbordaron los límites de la música disco y la electrónica, yendo más allá de las convenciones de la «canción pop» y centrándose en crear una cadencia rítmica inagotable en la que los paisajes sonoros se transforman y se desarrollan en, y junto a, otro.
En las sesiones de Knuckles y Hardy el clímax casi constante del disco se transforma en una sucesión de temas secuenciados que se encabalgan en un continuum diseñado para tener sentido hasta el amanecer; dieron origen no solo a la house music sino a lo que, hasta el día de hoy, consideramos un DJ set de baile.
La música house saltó por primera vez a Europa en la isla balear de Ibiza, que aún conservaba en gran medida el sentimiento hippie underground de los setenta. Pioneros, hoy penosamente infravalorados, como José Padilla o DJ Alfredo fueron los primeros en este lado del atlántico de hacer bailar la nueva música de Chicago y New York en un dancefloor blanco y europeo en la atmósfera anything goes de la isla en la época.
Y desde sus primeros pasos baleares, el house llegó a Londres, donde la nueva música estalló al servir como combustible para la primera generación de fiestas rave, que literalmente se extendieron por absolutamente todo el Reino Unido, generando tanto pánico y confusión en los medios de comunicación y la política mainstream, como un estado de ánimo sin precedentes de euforia y utopismo político en una juventud británica post-thatcherista, por lo demás completamente maltratada por el paro y el neoconservadurismo en ese momento.
El Reino Unido ha mantenido desde entonces una viva y dinámica cultura house underground que se ha fusionado y ha mutado con muchos otros estilos que tienen origen en la bass music anglojamaicana. Estilos como el UK Garage o Speed Garage van y vienen en un constante proceso de comunicación con las comunidades afroamericanas y latinas de los Estados Unidos.
Hecha esta excepción anglojamaicana, es dentro de las comunidades afroamericanas de los Estados Unidos donde la escena de la música house siempre ha ido evolucionando y creciendo. Lugares como Chicago, Nueva York o Detroit, donde el sonido del house está prácticamente incorporado al celebrado techno de la ciudad del motor, siempre han sido los primeros de la lista, pero también la crucial escena house/garage de Nueva Jersey o la escena club de Baltimore han mantenido vivo el verdadero espíritu de la house music a un nivel bastante underground.
El auge del turismo masivo de club en Ibiza, por otro lado, ha banalizado los sonidos balearic house que alguna vez fueron innovadores en la isla, tanto como el dinero lo ha permitido, convirtiéndolos en una especie de sonido intrascendente, y convencionalmente optimista para hombres y mujeres con cuerpos normativos y mercantilizados en exclusivas fiestas al pie de piscinas en suntuosas villas de recreo y en superclubs diseñados para imitar los estilos de vida de los superricos.
Los sonidos diluidos de ese sonido tristemente funcional llamado tech-house, que no es ni techno, ni house, han terminado de fijar la imagen completamente distorsionada del house como un estilo superficial frente a los sonidos centroeuropeos blancos, supuestamente más sofisticados. Mucho daño de megafranquicias de entretenimiento como Elrow, que no son más que parques temáticos para europeos blancos de clase media en busca de experiencias de evasión convencional.
Madrid y el continente europeo han pasado por una serie de años en los que un techno sin alma, proveniente en su mayoría de la industria berlinesa de clubs, con su enorme capacidad para monetizar y cooptar, ha sentado las bases para una ola interminable de techno convencionalmente designado como «oscuro», que ha ido degenerando hasta convertirse en un sonido mercantilizado y hueco lleno de gestos teatrales que intentan suplir espectacularizadamente un sonido acuoso. Creemos que es el momento adecuado para traer de vuelta los sonidos liberadores del house a las mentes y cuerpas de todes.
La música house, descendiente de las personas y la cultura negra y queer, ha creado un sonido maravilloso y mágico que se mete dentro de nuestras cuerpas y nos hace bailar hasta liberar toda la energía en la pista de baile, creando experiencias profundas de libertad, tanto colectiva como individualmente. La música house ha prosperado por igual en los sótanos de pequeños clubes queer y en las fiestas de verano al aire libre en los hoods afroamericanos o latinos. Las crews de baile, ya sean de vogueing, jitting, footwork o breakdance, son una parte clave de esta cultura. Una cultura del baile, que como diría el propio DJ Qu, uno de los productores de Nueva Jersey que ha llevado el house más lejos en los últimos años, “no es lo mismo que moverse al ritmo de la música”.
Esto es una invitación a compartir una música que desplaza sin pedir nada a cambio Una música que de alguna forma es nuestra también y nos la quisieron arrebatar; queremos que sea también tan vuestra, que luchemos juntas para resignificar la pista de baile y por consecuencia el sonido duro e incidente del house.
House is a feeling, recupéremoslo
Lincoln Park Music Festival 2008, Newark, Nueva Jersey
House of Others Our definition of house music
Give me that house music to set me free Lost in house music is where I wanna be
Marshall Jefferson, Move your Body (the house music anthem)
House Of Others is the name we give in Others to the Front to a particular aim to give back house music to its legit crowd. A monthly podcast mix will portrait the many different tones and strains of house music, be it vocal house, deep house, acid house, hip house, Garage, UK Garage, Speed Garage. Deep liberating groovy sounds more than pure genre definition is what we aim for. We will ask our favorite djs to spin their definition of house music in long special mixes, at least two hours long, or longer if the dj needs more time to give a full account on her/his/their/our take on house music.
Few electronic music subgenres have been more neglected, despised, commodified and distorted than house music. Born during the 80s as totally new sound in the black gay clubs of Chicago. There the likes of Frankie Knuckles and Ron Hardy, Larry Levan at the Paradise Garage in New York was always near, pushing the boundaries of disco and electro far beyond the “pop music song” conventions and focusing on creating a relentless groove on which soundscapes of sound and rhythm keep being developed and morphed one into another in the mix. The almost constant climax of disco tunes was deconstructed into an all night, trance inducing, sequenced track continuum. In a word, they gave birth not also to house music but to what, to this day, we consider a dance DJ set.
House music first jumped to the balearic island of Ibiza, which still very much retained the underground hippie feel of the seventies, unsung heroes like Jose Padilla or DJ Alfredo where the first on this side of the atlantic to play the new music from Chicago and New York to a white european crowd in the anything goes atmosphere of the island at the time. And from the balearic secrecy, it made to London, where it just went ballistic as fuel for the first generation of rave parties which literally swept across the UK, generating as much panic and confusion in mainstream media and politics as it generated an unprecedented mood of euphoria and political utopianism in an, otherwise, battered, post-thatcherite british youth.
The United Kingdom has, since then, maintained a lively underground house music culture which has mutated and fused with many other styles of anglo jamaican bass music origins, such as UK Garage or Speed Garage that go back and forth in a constant communication process with black and latino communities in the US. But it is within the black communities of the United States where the house music scene has always been evolving and growing. Places like Chicago, New York or Detroit, whose house sound is flawlessly incorporated into its trademark techno sounds, have always been top of the list, but also the crucial house/garage scene from New Jersey or the Baltimore club scene has kept the true spirit of house alive, if yet very much at an underground level.
The rise of club mass tourism in Ibiza, on the other hand has banalized the once innovative balearic house sounds in the island, as much as money allows, making them a sort of intrascedent, washed away, conventionally optimistic sound for male and female normative and commodified bodies at exclusive villa pool parties and superclubs designed to mimic the lifestyles of the super rich. The watered down sounds of that sadly functional sound called tech-house, which is neither techno nor house, of business entertainment mega franchises as Elrow, which are no more than theme parks for middle class white europeans in search of a banal and escape from heir routines, have set the completely distorted image of house music as a rather superficial style of music, that has sprang to European continental countries in the last two decades.
We have been through a series of years in which soulless techno, coming mostly from the catch all wealthy Berlin industry, which has set up the foundations for an endless wave of conventionally called “dark” techno, that has progressively shallowed until becoming just another gimmick commodified sound. And we believe it is the right time to bring back the liberating sounds of house music to everyone’s minds and bodies.
House music belongs to a lineage of black and queer people that have crafted a magical groovy sound that gets inside our bodies and makes us dance until we relase all the energy on the dancefloor creating deep experiences of freedom, both collective and individual. House music has thrived in small queer club basements and in outdoor summer block parties in black hoods alike. Dance crews, be it vogueing, jitting, footworking or breakdancing are a key part of this culture. A culture of dancing, which as New Jersey’s own DJ Qu, one of the producers that has taken house music further in recent years would say: “its not the same as moving along to music”.
HOLE es una propuesta de salto al vacío colectiva donde poder soltar. Saltar para soltar. Lo que pese que se quede arriba y bajo ese gran agujero quedan muchas cosas buenas por las que transitar y seguro seguro mucho baile, porque ya no podemos más, porque estamos cansads y queremos sudar.
Nuestro cuerpo pide movimiento y no se lo vamos a negar.
Existe una emergencia de una cultura festiva: del centro a la periferia: de pinchadas en salas donde se comercializa con la fiesta a salas clandestinas: de las dinámicas cisheteropatriarcales a la inconformidad del relato dado. Del derecho de admisión por gorilas en garitos para gente blanca, hetero y guapa al baile de cuerpos disidentes, tullidos y sudorosos.
Nuestro centro se desplaza: la fealdad como preciosismo. Nuestro centro son muchos y no es ninguno: es la periferia, la radicalidad, es el sur, la clandestinidad, son las disidencias, la agitación, es el techno, el inconformismo, es la improvisación, el error, son los deseos, la comunidad, son las drogas, el oxímoron, es eso que empieza al abrir los ojos, acaba cuando los cierras y sigue sin que te des cuenta; la temporalidad, sus contradicciones y sus miedos, es el porvenir de cualquier revuelta, son las fisuras y las grietas.
Nuestro centro es la cotidianidad, no cualquiera; somos exigentes.
La otredad como realidad impertinente, como devenir abierto, como baile infinito, como cuerpo de baile revolucionario. No hay experiencia sin extrañamiento, transgresión, desajuste, descolocación, tránsito, interrupción, recorrido. Sin embargo, hay domingos y los hay no y en ambos no se domina el sentido.
HOLE nace de la necesidad de crear y disfrutar una pista de baile donde la fiesta significa política y reivindicación de lo disidente. Estamos cansadas de la fiesta y el consumo del techno al que se nos somete y nos vemos obligadas a asegurar una fiesta donde podamos ser sin ningún impedimento. Nos hacen falta fiestas donde no se nos castigue por ser quienes somos, y es inevitable crear un espacio seguro donde poder disfrutar de la música siendo como somos lejos de lo normativo.
La música de baile, en nuestra ciudad, ha sido tomada y contaminada por los valores capitalistas y heteropatriarcales; existe una necesidad de remover la escena underground para asegurar un nuevo espacio en el que lxs otrxs puedan ser con la música. HOLE está aquí para revivir los orígenes y los valores del house y el techno, una propuesta para consolidar una pista de baile justa y segura para todxs aquellxs que no cabemos en el sistema.
La música de baile es una puerta de entrada a la libertad: libertad de expresión y libertad de creatividad. La pista de baile reúne a la comunidad y nos permite acercarnos más a nuestra identidad y a una variedad de amigues de una manera honesta y pura.
La música y la pista de baile siempre inspiran.
La pista de baile es donde recuperamos la propiedad de nuestros propios cuerpos, donde encontramos la energía para organizarnos para reclamar la propiedad de nuestras identidades, donde apretamos el tejido social en momentos colectivos de abandono y consuelo.
La pista de baile nos ayuda a imaginar lo inexistente, a conservar la huella de lo aparentemente borrado, excluido, condenado, suprimido, torcido o disimulado. El cuerpo y el baile como barricada de desobediencia política, de rebeldía sexual, de desterritorialización de la sexualidad heteronormativa, sus regímenes disciplinarios naturalizados y sus formas de subjetivación para la posterior creación de espacios de afinidad por y para tods. Eso es HOLE.
Nos han expulsado de las cosas que no queríamos de todas maneras. En estas condiciones, la pista de baile es el hábitat de la comunidad. La madeja de relaciones sociales, políticas, afectivas y sexuales que comprenden una comunidad se ata a la cadencia incesante del bajo, que nos llama a mezclarnos con las demás tribus en el dancefloor. Nadie es más ni menos que nadie en la pista de baile.
La pista de baile es comunidad, es familia y hogar. La pista de baile es libertad para disfrutar y ser una misma. A veces, es como estar en el espacio, otras, como estar bajo tierra, pero sobre todo es el fin del trabajo y el inicio de la vida mágica.
Que el mundo imite al dancefloor es un ideal revolucionario ✊
Nos unimos al discurso original del Acid House: no importa quién seas antes de entrar en la rave o en el club siempre que tus principios innegociables sean Peace, Love and Unity. Paz porque en la violencia siempre ganan los poderosos, expertos en violencia y muerte. Amor porque los afectos, la honestidad, la confianza, la empatía y la amistad son el lubricante necesario para la ayuda mutua y la reciprocidad. Y Unidad porque en la pista de baile nadie es más que nadie, y porque como siempre ha sucedido, United we stand, divided we fall. La cultura underground de baile no tiene más enemigos que los enemigos de la paz, el amor y la unidad. No excluye a nadie, sólo a quién se autoexcluye.
HOLE como políticas de la noche, como acción donde poder crear, desear, sentir nuevos imaginarios que pongan en jaque, desplacen, cuestionen el imaginario cisheterocapitalista impuesto; donde dejarnos atravesar por la música y bailar –sentimientos primarios y salvajes– bailar con ferocidad y asimetría entre lo zigzagueante y lo desgarrado sacudiendo la armonía preestablecida con una gestualidad sin pudor en busca de la agitación individual y colectiva.
La pista de baile es un lugar con sus propias reglas, definidas por el lugar o las personas que ocupan el espacio. Puede ser un lugar de hogar y/o un paseo de diversión por un corto espacio de tiempo.
Sin embargo, en un momento de desigualdades tan intensas, la pista de baile siempre seguirá siendo un lugar de comunidad donde les marginades puedan ser libres e iguales, contra los límites de las políticas restrictivas.
Cuerpas al servicio del placer para imaginar, construir, compartir nuevos relatos de resistencia. El baile posee desde un principio el poder mágico de lo marginal, lo excluido y lo desterrado.
Necesitamos la pista de baile ahora más que nunca.
No sólo la queremos, también la necesitamos Bailémoslo todo
Mientras bailamos a un ritmo que parece fuera de tiempo
Al que sientes en el metrónomo de tu mente
¿Te ofende que nuestro ritmo parezca extraño
O que haga que tu pensamiento se reordene?
¿No será que entenderías este ritmo al que bailamos
Si se te diera la oportunidad, entenderías mejor este ritmo que bailamos.
Así que mientras te esfuerzas por encontrar la sensación con tus pies
Pregúntate, ¿puedes bailar a mi ritmo?
Míranos bajar a este ritmo con una sensación afro-funk
Mientras nos elevamos a un ritmo con atractivo espiritual
Expresiones de libertad de los descendientes de los esclavos
Dios nos da la fuerza para los nuevos horizontes que debemos afrontar
Primero la esclavitud, luego la mentalidad, ahora la opresión económica
Con este ritmo bailamos, sabemos que hemos superado la prueba
Así que mientras luchas por coger el ritmo con los pies
Pregúntate, ¿puedes bailar a mi ritmo?
El ritmo, el ritmo, el ritmo es nuestra sección de poder
La libertad que sentimos en nuestra alma
Bailamos para aprender esas lecciones
Mientras nuestra historia sigue desarrollándose
Nuestro ritmo, nuestras palabras, nuestras melodías, nuestros regalos
De los dadores de esos regalos
Somos simplemente las terminales a las que han pasado
Así que mientras luchas por coger el ritmo con los pies
Pregúntate, ¿puedes realmente bailar a mi ritmo?
(Blaze, Can you dance to my beat? – Slip ‘n’ Slide, 1998)
Cada vez somos más en los márgenes, o mejor dicho, cada vez somos más visibles todes aquelles que ni entramos, ni queremos entrar, en las identidades integradas.
La revuelta contra el supremacismo blanco o la revuelta transfeminista molecular que está produciendo constantemente pequeñas pero innumerables revueltas contra el género, división primaria que nos clasifica y domina desde el origen, son expresiones del hartazgo generalizado que supone el sometimiento permanente de unas personas a otras por motivos que, bajo la apariencia de realidad normalizada, esconden una máquina incesante de destrozar vínculos, comunidades, vidas y ecosistemas.
Lo queer, como grito empoderado que reclama el derecho de autodeterminación de las cuerpas, ha tomado el escenario antagonista central y tiene la potencia de agregar las nuevas luchas anticapitalistas, postgénero y postcoloniales. Y como todas las visiones de un orden alternativo que comienzan a dar señales de extensión y profundidad, lo queer es un territorio en disputa, permanentemente acosado por la cooptación comercial para convertirlo en, todavía, otro fetiche reluciente listo para ser consumido aproblemáticamente.
La cultura de baile underground siempre ha sido un dispositivo político que ha permitido doblemente generar entornos seguros para las identidades disidentes. Ese es el milagro del ritmo sincopado: generar nuevas comunidades caracterizadas por composiciones más plurales y abiertas; aunque pocas veces se haya sido consciente de ello.
Desde sus orígenes contraculturales, afroamericanos y gays en Detroit, Chicago y Nueva York desde mediados de los años 80 hasta la actual oleada de nueva cultura rave, pasando por las sacudidas expansivas que ha ido generando a lo largo de tres décadas entre jóvenes, y no tan jóvenes, de Europa y EEUU, la cultura rave se ha convertido en un método autogestionado para la construcción de comunidades de iguales donde antes había desconocimiento mutuo, incomprensión y, en no pocos casos, odio y violencia. Es el discurso original del Acid House, no importa quién seas antes de entrar en la rave o en el club siempre que tus principios innegociables sean Peace, Love and Unity.
Solo desde los márgenes puede llegar el momento político que entierre definitivamente el antiguo régimen capitalista, cisheteropatriarcal y racista y en su lugar abra un mundo de igualdad y libertad social, comunitaria y personal. Ha llegado el momento de la otredad al frente, siempre otro frente porque nunca estaremos conformes con el discurso dado y nuestro frente nunca podrá ser el mismo. Nuestro frente son muchos frentes que no dejan de mutar, como nosotras, y uno de ellos es la pista de baile.
Nos vemos bailando!
Love, Peace & Unity,
Others To The Front
As we dance to a beat that seems out of time To the one you feel in the metronome of your mind Does it offend you that our rhythm looks strange Or causes your thinking to be rearranged? Could it be that you would understand this beat to which we dance More clearly had you been given a chance? So as you struggle to find the feel with your feet Ask yourself, can you dance to my beat?
Watch us get down to this groove with an Afro-funk feel While we get high to a rhythm with spiritual appeal Expressions of freedom from the descendants of slaves God gives us the strength for new horizons we must brave First bondage, then mental, now financially oppressed With this beat we dance, we know we’ve passed the test So as you struggle to catch the rhythm with your feet Ask yourself, can you dance to my beat?
The rhythm, the rhythm, the rhythm is our power section The freedom we feel in our soul We dance to learn those lessons As our story continues to unfold Our beat, our words our melodies, our gifts From the givers of those gifts We’re merely the terminals to which they have passed So as you struggle to catch the rhythm with your feet Ask yourself, can you really dance to my beat?
(Blaze, Can you dance to my beat? – Slip ‘n’ Slide, 1998)
Each time, we are more and more on the margins, or rather, all those who don´t fit and don’t want to fit in the integrated identities are more visible than ever.
The revolt against white supremacism or the molecular transfeminist revolt that is constantly producing small but innumerable revolts against gender, a primary division that classifies and dominates us from the beginning, are expressions of the generalized tiredness with the permanent subjection of some people to others by reasons that, under the appearance of normalized reality, hide a non stop destruction of bonds, communities, lives and ecosystems.
The queer, as an empowered cry that claims the right to self-determination of the bodies, has taken the central antagonist stage and has the power to add the new anti-capitalist, post-gender and post-colonial struggles. And like all visions of an alternative order that show signs of breadth and depth, queerness is a disputed territory, permanently harassed by commercial co-optation to turn it into yet another shiny fetish ready to be consumed unproblematically.
Although rarely has been aware of it, underground dance culture has always been a political device that has made it doubly possible to generate safe environments for dissident identities. That is the miracle of the syncopated rhythm: generating new communities characterized by more plural and open compositions.
From its countercultural, African-American and gay origins in Detroit, Chicago and New York, since the mid-1980s to the current wave of new rave culture, through the expansive shocks it has generated over three decades among young people, and not so young, from Europe and the US, rave culture has become a self-managed method for building communities of equals where before there was mutual ignorance, misunderstanding and, in many cases, hatred and violence. It is the original speech of Acid House, it doesn’t matter who you are before entering the rave or the club, as long as your non-negotiable principles are Peace, Love and Unity.
Only from the margins can the political moment arrive that will definitively bury the old capitalist, cisheteropatriarchal and racist regime and in its place open up a world of equality and social, community and personal freedom. The moment of the others to go to the front has arrived. It will always be another front because we will never be satisfied with the speech given and our front can never be the same. Our front is made up of many fronts that do not stop mutating, like us, and one of them is the dancefloor.